Cuando clareaba la noche,
a punta de madrugada,
surgieron a pie de monte
los soldados de la Patria.
Cada uno: la esperanza
contra la vieja fachada
de políticos corruptos
que robaban y mataban,
usando armas contra el pueblo,
sediento de libertades
y, por libertad muriendo.
Yo ví cómo lo mataban:
como matan a los fieros
de corazón y de ideas,
liberando los conceptos
para liberar la Patria
y hacerla del Padre Nuestro,
de las madres, de los padres,
de los abuelos eternos,
de los hijos y los nietos.
En tanto que el Santo Padre
le daba las bendiciones
con una lluvia de ejemplos:
mártires que fueron mártires
en queriendo o no queriendo,
gente grande haciendo Patria
con todo y su Padre Nuestro;
y un colorín de tres tonos
asomando en la ventana;
de los nuestros y de los vuestros
un cantar de libertades
y un corazón siempre rojo
palpitando ante los tiempos.
Yo ví cuando lo mataban
aunque nunca estuvo muerto
porque enterrado en el barro,
que es el mismo barro nuestro,
fueron naciendo de las flores,
rojas, blancas, amarillas
con una tierra que grita
la verdad desde su cuerpo,
cantando un himno al pueblo,
¡el himno del bravo pueblo!
Yo ví cuando lo mataban
¡pero nunca estuvo muerto!