Yo sentí de las aguas
su inmensa poesía
llenando mis pulmones
como una nueva vía
de respirar, de ver,
conquistar mis esquinas,
eliminar temores,
crecer como crecía
el río y mientras tanto,
se sumaban las aguas
a su ronda del día.
Yo sentí que las gotas
caían en el río,
y desde mi ventana,
abierta a toda brisa,
manaban esas gotas,
también en mi porfía
de vivir cada instante
como dádiva y vida
de soñar cada sueño
con una paz que dure
la más larga vendimia.
Yo sentí, porque siento,
que todos los momentos
forman la paz, la vida,
la entrega de otro mundo
humanista y profundo,
formador de alegrías
donde las metas venzan
realidades terribles
y horribles profecías.
Y sentí que ese mundo
siempre será ese mundo
que cada quien querría.