¡Ya no entiendo qué musa
usar en al descargo
de un deseo que viene
tendiendo, largo a largo,
la quietud de las piedras
detrás de mi epitafio!
¡Ya no entiendo qué mundo
vibra en el horizonte!
¡Ya no entiendo qué súplica
pudiera acompañarme
en este negar todo
lo que pueda alegrarme!
¡Ya no entiendo qué imagen
guardaba el horizonte
abriéndose a mis sueños
de volar y abrazarme
en la lujuria tonta
de los versos que nacen!
¡Ya no entiendo qué rumbo
seguirán al instante
estas letras que escribo
en mi mundo sin frases!
¡Atándose al silencio eterno
que subyace
detrás de cortines,
las ventanas, la calle!
¡Ya no entiendo el por qué
no vence mi porfía
el salir y encontrarte!