¿Y qué queda después
que la esperanza muere?
Después que cada puerta
se cierra ante la pérdida?
¿Después de ese después
que duerme en los laureles
de la oración pequeña,
de la lágrima sola,
de la perdida vida,
de las pérdidas horas,
de los llantos pequeños
que ni siquiera asombran,
de los más grandes llantos
viviendo en la memoria?
¿Y qué queda después
de perdernos la magia
que cobijaba el tiempo
escondiendo la risa
que llevamos por dentro,
y encontramos miradas
que no llegan a nada
mas que al gran desencuentro?
¿Y qué queda después
cuando no quedan hilos
para tejer la manta
que sin querer perdimos,
y vamos levitando
de una experiencia a otra
o de un giro a otro giro
con más afán que nada,
sabiéndonos perdidos?
¿Y qué queda después
si ya no sueñas nada,
aún queriendo todo,
contando lo que fuimos?
¿Habrá un amanecer
para los pocos sueños
que llevamos al hombro
de nuestro propio sismo?