¿Y qué me dices?
Siempre has llevado
en el alma cicatrices.
Siempre pensando
cuándo y cómo tener
los sueños que perdiste.
Siempre en la hoguera
de los sueños tristes
y el corazon bordado
con tantas directrices.
¿Y qué me aconsejas?
Cuando no queda espacio
para las largas quejas
que llaman a olvidar
las múltiples consejas
en ese figurar de las proezas
que no llegan a tiempo
en nuestra gesta
del sólo meditar
lo que conviene y resta.
¿Y qué ganamos?
si todo se nos niega.
Imperioso surgir
con almas nuevas
y crear un querer
que aguarde y nos sostenga
son ese aprisionar
los sueños y las deudas
que aún nos pertenecen
con todo lo que sueñas.
Y que nos queda
después de revertir
todas las tontas quejas
a ese mundo posible
que, alguna vez, se entrega
y alguna vez nos deja
con tontas convicciones,
jugando a lo que pueda
¡sustraer las ganancias
de nuestra propia agenda!
¿Y qué nos nutre
que no sea esa paz
que alguna vez concluye
en la gran libertad
que a todos nos amarra,
y a todos nos incluye,
para poder desear
los logros que nos cubren
de ese poder humano
que nos viste y nos une?