¿Y qué hacer con las horas
que se acumulan juntas
sumidas en el tedio
de lo que nunca fuera,
o soñara, o viviera?
¿Y qué hacer con los retos
que presumimos nuestros
sin tener la conciencia
de las tantas victorias
o los tantos recuerdos?
¿Y qué hacer con la música
que acaricia las horas
sin tener esos sueños
que acompañaran siempre
las letras o los versos,
para cantar auroras
colmadas de recuerdos?
¿Y qué hacer con el siempre
pesado descontento,
que ni tuyo, ni mío,
pueden darnos consuelo
a pesar de lo mucho,
o poco, que aún queremos?
¿Y qué hacer con los nuncas
que alguna vez se escapan
sin direcciones ciertas,
cuando todo te pide
luchar con los fantasmas
de acorazados sueños
que alguna vez tuvieras
y alguna vez yo tengo?
¿Y qué hacer, sin hacer
lo que aconseja el verbo:
volar, volar muy alto
hasta lograr los predios
de las cosas pasadas
que no tienen remedio?