Y me sentí dolida
en mis escombros
para seguir doliéndome
en el alma.
Y una voz me repite:
calma, calma
y los caminos todos
se fundieron
en su desiderativa
de la nada.
Me ví pasar la cuesta
de los años
afinando mi pluma
y mis momentos.
Andariega buscaba
entre los vientos
la canción sumisa
que atrapara,
aletargando horas
en mis sueños,
despotricando siempre
de mi calma.
Y me sentí dolida
desde ahora
hasta el futuro eterno
que me aguarda,
donde cada rincón
me hace llamadas
que ignoro en el placer
de no pensar en nada.