Y le dije a Dios,
siendo tu sierva
seré la más humilde
de todas tus criaturas.
Estaré sólo al alcance
de los hechos que me aten,
sin molestar mi espíritu.
Sobreviviré con creces
a cada abismo,
porque te tengo a tí
cuidando mis caídas.
Sólo te pido fe,
un poco más de fe
por cada día
esperando el descanso
de lo cierto.
Fe para meditar,
respirar y pensar
y repensar
lo insano y lo funesto,
lo atroz, lo absurdo,
la manipulación, el caos.
Y siendo sólo eso,
sin más poder
que el poder de escucharlo
desde su trono de siempre:
dentro de alma y corazón,
postrados a su nombre:
desde entonces,
respiro…
Ya le he dejado a Dios
alientos más cansinos…
Tu sierva desde siempre,
con corazón crecido
para las esperanzas
y una buena digestión
para la comida diaria.