Y ha tendido la novia
sus velos sobre el río
donde se posan todos
esos pequeños pétalos
para formar su ramo.
Viene a canto la brisa
suspirando en requiebros
las consejas de madre.
Viene a son de murmullo
el rayo luminosos
quebrándose en las ondas
pequeñitas del río.
Vienen, danza que danza
los cisnes que entrecruzan
sus alargados cuellos
en petición de magia.
Y la novia sonríe.
Sus pies elevan gracia
en una danza nueva
prendida entre su falda.
Y el novio, que la mira
sentadita en la orilla
con su blancura de alba
sonríe y se pregunta:
¿cómo puede no amarla?