¡Y Basta!
¡Y Basta!

¡Y Basta!

¡Y bien!

estoy aquí.

El vértice promiscuo

que me entregó tu mano

ya no existe.

Desnuda ante ti,

la ciudad,

tras las ventanas

es el marco insoluble

de esta desnudez

que te brindo.

Ya se unirán,

de nuevo,

mis manos

a tus manos

las tuyas inclementes.

Ya se unirán

a tus pies

mis pies desesperados.

Habrá la comunión

lograda en el abrazo

y ese insensible

poseer fugaz

de lo cercano.

Dejaré de pensar

en musas,

contratiempos,

vanidades, estiércol

para pensar en ti

y en nuestro encuentro

¡y basta!

Detrás de ti,

de tu sombra

detrás de esas cortinas

la ciudad

respirará presagios

el sol,

oculto ya,

pretenderá alumbrarnos

todavía.

Se apoderará de mí

y seré llama

en el instante único

en que logremos ser

herida y esperanza

¡y basta!

Detrás de mí

tu sombra

y la ventana

para esta soledad

a dúo contemplada.

Dirás lo que no sientes

en esa somnolencia

feliz de las palabras,

diré lo que no siento

vagamente,

como para no asustarte

ni asustarme.

 

Seguiremos unidos

por un tiempo,

eso sí,

sin mirarnos por dentro,

sin claudicar

¡y basta!

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