Vuelco mi amor profundo
en tus manos desiertas,
buscando algún vestigio
de lo que ayer uniera.
El pan te pertenece
como el arado bueno
a la tierra trstísima,
solitaria de frutos.
Tu voz no me convida
a la charla amigable,
se han perdido las ganas
de la nueva concordia
y ya no hay esperanzas
para la nueva siembra.
Vuelco mi amor, sintiendo
que perdimos caminos,
y al rozar las miradas
no sentimos ser uno,
embargando de bríos
las ganas que fallecen.
Vuelco mi amor y siento
que tu cuenco se llena
mientras vacío el tedio
que sepultó la espera.
Es ahora y es sol,
clamando calentarnos,
y al amor que sentimos,
amenaza expandirse
tan grande como un delta.