Las plantas,
en sus tiestos,
reciben la tibieza
de los rayos
vibrando en la ventana.
Están alegres hoy,
sus nuevas ramas
juegan a florecer.
A editar sus colores
en la sala.
La brisa,
que entró también
de un salto,
se quedó sin palabras
mirando los retoños
que surgieron
con sólo una visita
del sol
por la mañana.
¿Y la visita?
¡Aún sigue reluciendo
en todas las equinas
del patio y de la sala!