Una mujer andando a rastras
en pleno Nueva York,
y me arrancó las lágrimas
el frío estremeciéndole los huesos,
la soledad temblando al lado mío.
Limosna apresurado
y una mano
que surgió por sí misma
acarició la cara.
¿Puede en medio
de esta gran opulencia
sentir hambre
o estar abandonada?
La visión de una niña en Argentina
tiritando de frío, en la basura,
rodea de miseria, desperdicios,
esqueletos de carnes consumidas.
Avidez y ruptura
del hambre ya pasada
y tirada al final
entre otras ruinas
esa niña me mira,
a través de la tele
y me pregunta,
con sus ojos heridos,
con su cuerpo temblando:
¿por qué el mundo es este?
¿no podrías cambiarlo?
¿qué hace que tu misma
escribas porque duele?
Sin entregarte al canto.
¿qué logra, quien logra,
que este mundo
se deshumanice tanto?
¿por qué mediar palabras
si la lucha es tan ardua
y el camino es tan claro?
¿por qué gastar el tiempo
llorando sentimientos
sin ayudar en algo?
¿por qué acallar mis quejas
con tus palabras viejas
inertes, oxidadas,
claudicantes?
¿por qué el vicio inconsulto
de empaquetarle a otros
juicios por lesa humanidad?
¿no nos vemos nosotros?
– Generalmente son otros
porque estoy muy cansada
de tanto recostar
mi cabeza en la almohada
y escribir veinte o treinta líneas
preocupada. –
Porque esta situación
ya no es nuestra
que aquí también
hay visiones
que despiertan
y están por todas partes:
mitad de cerro abajo;
mitad de cerro a cuestas.
¿por qué no luchas ya,
toma la calle
y ganando la vida
salvas la dignidad
de las palabras?
Esas palabras que dijo ayer
Tu hermano el guerrillero;
y las que gritó tu padre,
mas atrás;
mucho mas lejos.
cuando eras muy pequeña
para comprenderlas
pero creciste amando.
cuando sentiste la Tierra,
también sentiste al hombre
en su miseria.
Y si ya la sentiste, párate
¡haz algo!