Viento y lluvia
jugando a desestabilizar
todas las horas.
Una gotera eterna
va cayendo en el río,
interrumpiendo olas
pequeñas que navegan
sin dirección alguna;
rotas en el vaivén
de las gotas que juegan.
Las hojas,
que volaban al ritmo
de oleadas de la brisa,
quedaron atrapadas
en el ritmo,
cuando cesó la brisa.
Cada una vencida
por el viejo mandato,
¡soportando el suceso!
El peso de las hojas,
bailando contra el viento,
hace cimbrar las ramas
y hay un vaivén que derrama
sin pausa, cada gota caida,
y cada hoja en volandas.
El viento las ayuda
a alcanzar alturas,
para danzar después
sobre las aguas.
Vuelan y caen
en incesante danza.
Caen y vuelan
desde el río a la acera,
de la acera a las aguas.
Parecen mariposas
marrones y amarillas,
incluso anaranjadas;
vestidas en la danza
del invierno que llega,
trayendo la nostalgia…