Vibro, con la paz que le doy
a mis delirios.
Con la dorada fuerza
de la tarde,
con su sol, que se larga
a otros lugares.
Con la fiera hidalguía
del que aguarda
algunos pasos más
en la jornada.
Con el canto impaciente
de las aves,
tornando a su lugar
en los ramajes.
Con el peso y cansancio
de esos años,
sin la tierra lejana
a la que extraño.
Vibro, en un perenne andar
que ya me obliga
a ubicar mis deseos
y mi lira…
Vibro, con la aurora perenne
del que espera
tornar a su lugar
antes que muera…