Venia clareando la luna,
entre noche y alborada,
mientras las nubes, tranquilas,
diseñaban sus andanzas,
y un viento, tan frío y fuerte
que a los fantasmas llamaba.
Yo con mis cuentos de antaño
corriendo con las palabras
venía entre canto y canto,
murmurando las tonadas
que me acercaban los santos
cubriéndome las espaldas.
Y tanta brisa que llega
y, de pronto, se desmaya
entre las copas de árboles
que hace rato se mecían
como queriendo apagarla.
Yo, combatiendo las penas,
las penas siempre llegaban…
Era una noche de espasmos,
de cuentos tristes, fantasmas
y cada cosa que ayude
a sentir tronar la angustia,
mientras el frío llegaba
de poco a los corazones
y de mucho hacia las lágrimas.
Miedo y llanto
en plena zafra…
venia cercando a la luna
en su camino de aguas.
Y yo no se como pude
acercarme a saludarla
viendo caer su tristeza
¡desde el cielo, hasta las aguas!