Vago dolor
al vaho de las horas.
Las voces primigenias
te secundan
con su eterno liar
de hojas y horas
que caen sin cesar
ante los pies desnudos,
de árboles frondosos,
donde cantan los pájaros
a alguna juventud,
que ya se place
en buscar acomodo,
y en su alarde,
ata ramas y hojas
en la ardua vendimia
de calor y de abrigo.
La tarde, juega a neutralizar
la luz que abraza
desde lo más distante
del paisaje.
Adonis, alza su alma
y mata los suspiros
que ahora nacen
en la atónita sombra.
Y, a través de la luz
se marcha el dia
con sus tópicos
siempre conocidos.
Y acusamos al tiempo
y a la vida
de seguir siendo
lo que siempre fuimos,
en un nunca vencer
el propio sino.
En un buscar salidas
por lo que nunca fuimos.