Una vez, en un sueño,
soñé mi mundo nuevo
y desperté llorando,
lo feliz de mi anhelo.
Mientras lágrimas nuevas
humedecen pañuelos,
es triste estar llorando
mirando lo que observo:
hambrunas que no pasan,
guerras que no concluyen,
¡golpes que da la vida
a todos los que sufren!
O, ¿simples guerras torpes
que nunca se concluyen,
glorificando ejércitos,
matando multitudes?
Y ya no sé qué pasa
con los sueños que tuve:
un mundo alegre y justo
donde las multitudes
significaban siempre,
gratificar la vida
que, sin amor, concluye.
Y así podemos todos
entre Himno y virtudes
hacer de cada suelo
más feliz en su empeño
de ganar libertades
cumpliendo cada sueño.
¿Por qué no respetar
el signo de los pueblos?
¿Por qué tomar las tierras
propias de los ancestros
y despertar sintiendo
que cada Nación tiene
un Mundo de Derechos?