Una vez,
calló la voz en los cercados
y no tuvimos voz para cantarle a la luna
que se acercó feliz, para encontrarnos.
Una vez,
se cayeron los brazos
que araban esos surcos
pariéndose a la magia de la buena cosecha
y no tuvimos voz para cantar el himno
a la buena cosecha y a la vida.
Una vez,
se perdieron las voces que cantaban
a la leche oportuna,
y se secó la magia de las ubres
mientras todos callamos.
Una vez,
se secó la alegría
en las pesadas huellas de olvidos y miserias
y quedo consternada la garganta
añadiendo al camino sus voces de nostalgia.
Una vez,
toda la luz del dia no alcanzaba
a alegrar con su luz los ojos tristes,
y el mismo sol,
que se oculto temprano
fue a contarle a las nubes, en lo alto,
lo triste del destino de mi pueblo.
Y habrá una vez,
que sera para siempre desde ahora.