Una tristeza larga
buscó en todas las formas
la manera perfecta
de colgarse a mi espalda.
Y no sé los motivos
de volver a encontrarla
con todo el desespero
de su llanto sin pausa.
Sólo se que, llegando,
me suplicó llevarla
por todo el tiempo triste,
adherida a mi espalda.
Hoy, tiene la tristeza
unas trenzas muy largas,
yo las miro en el río,
como espejo sin pausa,
multiplicadas todas
las penas que cargaba…
Y no es que yo esté triste,
pues me duele el largo
de su tristeza larga…
larga como ese rio
marchando hacia otras aguas…
en busca de esa cosa
mal llamada esperanza…
Así van sobre el río
tristezas enlazadas,
cada una en las ondas
de una tristeza larga.