Triste:
como sólo triste
se puede estar
al fin de la jornada
¡siempre triste!
Y, mirando hacia atrás,
sin esperar más nada
de lo que siempre fuiste,
o sembraste, o tuviste,
o viviste, o soñaste,
o de lo que añorabas
con más tristeza que ansias,
o más temor que nada.
Ahogada es el propio deslinde
que marque la alborada.
Triste:
sabiendo que culmina
esa esperanza larga
que dominaba al tiempo
igual que a las palabras,
resurgiendo tranquilas
de las mismas tonadas,
de aquel soñar temprano
cuando el tiempo no avanza,
de aquellos brillos claros
danzando en nuestra playa
sin despertar los sueños
que, desde antaño, amarran…
Triste, con ese brillo triste
que no promete nada,
más que escribir poemas
escritos en las crestas
de las olas que avanzan,
es este día triste
sin signos de esperanzas…