Tres mujeres hablando de tres madres
en idiomas distintos
una madre amorosa
que amaba sin remedio,
una madre muy ruda
castigando, rumiando
su odio presentido
en sus viejos linderos
y una madre que nunca
adormeció los sueños,
que dejaba presentes
muy lejos de tus dedos
opacando la dádiva
con su eterno silencio.
Tres mujeres, un pozo
clarito como el cielo,
recogiendo las lágrimas
que salen del recuerdo.
Una que la extrañaba
la otra, odio en su credo
y otra que no sabía
que sentir en su anhelo
de no saber qué cosa
se perdió entre sus sueños.
Una con la sonrisa
detrás de los recuerdos,
la otra con un rictus
amargo, amargo, fiero,
en alerta su mente
y en alerta su cuerpo;
y una última alzando
claritos sus recuerdos
sin saber que podría
estrenar en su duelo.
Sin ocultar que sienten
después de tanto tiempo
estrenan nuevas lágrimas
que saliendo sin prisas
se vistieron de pozo,
mirando al casto cielo.