Trashumancia del tiempo
llevando los pétalos perdidos
del invierno al otoño
para volverlos pájaros
y alimentar su ego.
Indagando a los pasos
las subyacentes huellas
en una alfombra viva
de revuelos que crea
ilusiones de rondas
por todas las aceras.
Y los pasos, que danzan
sobre la alfombra fresca,
permiten el contacto
del ala con la tierra.
Entonces, sólo entonces
el viento llega y juega
con la intención del libre
volar de las quimeras.
Es Otoño recreando
las costumbres añejas,
su juego de piruetas
cuando las hojas caen
de las ramas repletas.
Y en grandes pinceladas
va creando la fiesta
de las hojas que bailan
sin dirección ni entregas.
Es que mis huellas tienen
poderosas razones
para andar solitarias
y sin destino.