Todos son sueños,
y los sueños,
sólo son y serán.
Tras de la caminata
de mis primeros días,
alguna vez la hechura
de tu sangre en el mixto
retorno de periplos
en las sendas del día.
Tú,
arriba de tu muda
y altanera postura,
con esa altanería
de los blancos,
queriendo evidenciar
la pertenencia.
Él,
moreno, sangre negra
arrebatada.
Toda risa en su faz
y en sus desvelos:
consignas, directrices,
largo anhelo…
Miras las olas llegar
más allá de la playa,
hacia los patios.
El instante,
es un distante urgido
para el eco de olas
alzadas, reventando
en la tranquila orilla.
Abro el portón del patio,
admiro los colores
que el cielo,
amalgamando,
va dándole a las olas.
El mar es un espejo
cuando la ola rechaza
el abrazo del viento,
y se devuelve… calma…
Hace ya tanto tiempo
que, con mis pies desnudos
acaricié la playa
y las espumas
de las olas muriendo.
Hace ya tanto tiempo
que perdura,
toda la libertad
que fuí sintiendo
en mi correr feliz
sobre mi playa
arrullada por brisas
y abanicando sueños…