Te vistes de lector
y lees mis versos
cuando ya no me importa
so los lees.
Estaban tan callados,
tan sumisos,
tan míos,
protegidos de ti
y tus abismos.
Ahora,
te vistes de lector
y me los lees.
Yo te miro
y te culpo,
sin entender
la nueva donación,
¿Para qué los despiertas
a tu día,
cuando mi día reina
en los silencios?
¿Para qué darles voz
si no te escuchan,
y hasta huyen de mí
lejos, kuy lejos…?
Soñando estar ocultos,
para siempre,
de tu avidez lectora
o tus anhelos,
esperando el vibrar,
que ya no espero…