Soy yo quien dice
de su triste pena,
sumida en la penumbra
de una espera
con su eterno clamor
pegando gritos.
Soy yo quien habla
de las injusticias
que llegaron de prisa
sin avisarle nada.
Ella las combatió
sin percatarse
que en el combate fiero
se perdían
su fe y su libertad
para librarse.
Soy yo quien sufre
por decirle ahora
que respeto su faz
de luchadora,
pero no creo en la paz
que la rodea.
Esa paz bajamar
donde su playa
se ahogara, poco a poco,
con las aguas
que traerá la pleamar
cuando la luna
coloque en sus sentires
la fortuna
de no ser solitaria pasajera,
si no una acompañante
de primera,
que llorará mil veces
sus batallas.
Soy yo quien habla,
yo la que miro y veo
las arrugas ineditas
que llevo,
la que grita muy fuerte
que me vaya…