Simona:
lava que lava,
Simona:
plancha que plancha.
Simona cabeza crespa,
labios carnosos,
carcajada feliz,
habla sincera,
mirada buena,
traspasando
como dulce papelón
hasta mi alma.
En tu batea, izada,
batea de madera
sobre el soporta pesos
de tu trapo
reposando en tu cabeza,
cual culebra,
la ropa que blanqueaste
y que planchaste
en tu dura tarea,
lista para la entrega.
Allá, donde te marchaste:
¿habrá un río de agua clara
con su jabón de panela
y una gran piedra blanca
para embostar las mantas
de los ángeles?
Si es así:
y estas allá también
lava que lava,
plancha que plancha,
me alegro por los ángeles.
Van a lucir más blanco
que las nubes,
cuando en las nubes
se apoyan a mirarte
con esos camisones
tan blanquitos
que lucen por las tardes.