Sopesando en el silencio
la espera y el recuerdo,
te aguardo…
No consigo unir lazos
que abracen
mi tristeza de siglos
y la estrechen, amigos.
Sola, en la virtud estival
de estar conmigo,
ni siquiera
yo misma me acompaño
como debiera hacer
un viejo amigo.
Me abandono,
así desenlazada,
una y mil veces,
con ese deshacer
del desencuentro.
Sopesando también
las penas y estandartes
que mantuve en mi pecho
o alcé hasta mi espalda,
sin que me pertenecieran
por completo,
oigo el silencio triste,
que ahora me acompaña.
Divago…
¿Será siempre esta soledad,
este silencio
tan míos,
que no recuerde
lo que llevo puesto?