Si supiera contar
los días que se marchan
haría una docena
de filas a mansalva.
Unos con directrices
que, alguna vez, nos faltan,
otros con más sonrisas
y menos esperanzas.
Unos llenos de aplomo,
otros llenos de magia,
algunos con escapes,
que, alguna vez, soñaran,
más que otros, sintiendo
que ya no importa nada,
porque a través de ellos
supiste de tus fallas,
con tus mil ilusiones
alguna vez truncadas
en la fiesta sin fin,
que ríe a carcajadas.
Si supiera contar
las lágrimas que atan,
retozaría en victorias,
regaladas y palmadas,
dirigiendo la escena
de algún juego de magia
repleto de acertijos
que alguna vez ganara
y, admirando la ofrenda,
quizá, la rechazara.
Total, la vida es eso
que esconderás llorando,
no importa con cual gana:
la de abrazar a todos
sugiriendo la magia
de revivir, soñando
que el pasado no es nada
más que mil estrellitas
en un cielo a mansalva
sugiriendo los sueños
¡que ya no importan nada!