Si llevara la cuenta
de los sueños perdidos,
de las mil ilusiones,
de la paz que se ha ido
hacia cualquier rincón
lejano, quizá desconocido,
rezaría mil salmos.
Miraría primero
los errores tan míos,
que no podría mostrarlos
juzgando a los caídos
por los mismos errores
o mismos desvaríos.
Si llevara la cuenta
de los sueños perdidos,
miraría mi faz
con absoluto brío,
reaccionaría de pronto
con ímpetu, con brío,
recordando, a mí misma,
los más viejos motivos
para desear la paz,
no abandonar el nido,
servir a los que sufren,
trabajar con ahinco,
volverme hacia la tierra,
esa donde nacimos,
y recordar, con lágrimas,
que limpian lo sufrido,
que eres tan de la tierra
como tuya es la tierra
que deparó tu destino
para jurar que somos
lo mismo que ayer fuimos.
Soñadores golosos
de algún mundo perdido
donde no hay más detalles
que lleven al abismo,
que el no recordar siempre
desde donde venimos
y hacer lucha de Patria
para un futuro digno,
para todos y todas,
¡por la Patria y sus hijos!