Si dentro de mi misma
la antigua voz que te nombra,
los silencios parecen
convertir las auroras
en algo más que música
danzando entre las rosas.
Si logro en los recuerdos
ir hilando sin mora,
llamarte tan bajito,
sin molestar las sombras,
tu sonríes ya pleno,
para cualquier memoria.
Y es que vives danzando
cual libre mariposa,
recordándome siempre
lo feliz de tu ahora
más cercano del cielo
que mis lejanas horas.
Si duermo, siempre sueño
mi retornar de río,
que aposenta el recuerdo
sobre el libre albedrío
de un cauce siempre plácido
o un viaje sin olvidos…