¿Será que siempre busco
mis sombras y mi olvido,
mi inquietud de quedarme
sonando tiempos idos.
Ubicando mis sueños
en un limbo escondido
donde nada se ata
a nada que ya ha sido?
¿Será que mis carencias
interponen, a ritmo,
las ganas de quedarme
tranquila en los asilos
que provee la tarde
con los tantos remilgos
de una Luna que asoma
detrás de los olvidos?
¿Será que ya no tengo
las ondas de mi río,
el canto de turpiales,
la brisa y sus alivios,
la sonrisa que aumenta
detrás del vocerío
de las alas que agitan
en la tarde su hastío
y vuelven canto y canto
a las ramas cargadas
de alas y de nidos?
¿Será que siempre tengo
lo que nunca he perdido
más allá de los sueños
que nunca fueron míos.
Y, recorriendo a tientas
en mi profundo río,
invento cualquier verso
que añore lo vivido
entre un trinar de aves
y un sol medio escondido?