Ser cantor y sentir
el canto entre tus manos
cómo surge,
se agita,
se rebela,
adquiriendo su espacio,
con propia fisonomía.
Cómo puede abarcarte
con ese abrazo íntimo
y logra fundir sendas
si camina contigo.
Es este canto diario
el que duerme conmigo,
y se agita y se eleva
como un suspiro mío
y tiende alas propias
y propias agonías
sobre las agonías
que no cubrió la tierra.
¡Ser cantor es sentir
que el canto
eres tu mismo!