Del pobre loco
que te dijo un día
hablándote de amor
en primavera,
que en tus manos estaban
su destino y el tuyo
atados a la más
dulce quimera.
Solo quedan
las cálidas palabras,
en los espasmos leves
del recuerdo.
Y tus ojos,
perdidos en el tiempo,
rememoran
sonrisas y sucesos.
El pobre loco,
como lo llamabas,
tiene un futuro firme
que lo abraza,
mientras tú,
pegada a los cristales
de la tarde que pasa
oyes voces lejanas
recordando
al amor que llegó
sin redimirte
como uno más
de los sentires tristes
que quedó en las paredes
de la casa.