Quiso gritar
y era una niña hambrienta,
o una lágrima trémula
que pulsa por nacer
condenada a la muerte.
Gritar sin morir
y era un niño
macilento, tristísimo,
hambriento,
de mi tierra
o de Etiopía
que es el mismo dolor,
la misma muerte.
Gritar con mucha fuerza
y eran moscas
relamiendo
la infrahumana deidad
adormecida.
Quiso gritar
y morir con su grito
¿conciencia sin conciencia?
¡Se pregunta la muerte
con la desesperanza
de quitarnos la vida!
Quiso gritar,
gritar
sin que supieran
que los niños que mueren
en la tierra
se convierten en lágrima infinita
que hacen gemir,
cada noche
a las estrellas.
Quiso gritar
y quedó allí su grito
sin que la oyera nadie
en esta tierra.