Qué sobrevive a las guerras
además de los llantos,
los sueños que se pierden
la espera del mañana
que traspasa gimiendo
algún toque de queda.
Los muertos que antes eran
los triunfos suspendidos
detrás de las quimeras,
la protesta en el alma,
la vigilia en los pasos
hambrientos que deambulan
sin encontrar los brazos
antaño le cercaran
en un abrazo íntimo
que calentaba el alma.
Qué sobrevive a las guerras
mas que la soledad
gimiendo entre las fotos
sonrientes que se miran
tras lágrimas
por siempre derramadas.
Qué sobrevive a las guerras,
mas que el cuento triste
de la hambruna que llega,
de la injusticia viva,
que no muere en las guerras
de la esperanza trunca
cuando el disparo viene
cercenando la luz
de la mañana nueva.
¿Qué sobrevive a las guerras,
cuando toda la paz
ha muerto en las hogueras?
Y las manos que claman
pan, abrigo, familia,
futuro, amigos, risas,
se desprende del cuerpo
para quedarse yertas.
Y los ojos alegres,
amorosos, sonriendo
quedan, adoloridos
abriéndose al espasmo
de un grito entre la lucha
que ni siquiera paga
la angustia que te lega.
Y, si estas en tu tierra,
y hasta tu tierra llega,
sin que entendieras nada
lo fiero de la guerra
te estremece por dentro
mutilando tu tierra,
dándote en tus motivos
uno más para darte
la justicia negada
detrás de las peleas.
¿Qué sobrevive a las guerras?
Todo y nada después
en las trincheras mustias
¡de nuestra propia siembra!