¡Pues bien!
Aquí es donde estoy,
con mi hambre de protesta,
mi lucha imaginaria.
Mi sin fín de horas – días,
mi canto de batallas,
que no llega a mi orilla,
mi muere tras la fragua
de mis sueños y sombras
o mi hambre subterránea.
¡Pues bien!
Cuando la lluvia amaine,
las gotas sobre el río
hagan su frágil danza,
las aves permanezcan
en las tupidas ramas.,
y aparezca la luz,
cuando ese sol permita
su trascender de horas,
su vuelta planetaria,
yo seguiré perenne
mi búsqueda de playas,
donde no llegue el eco
de todas las palabras
y mi canto sin rumbos
permanezca buscando
las olas que le faltan…