Puedo inferir,
que el mundo no me toca,
que hago mi propia cúspide
de penas,
que no podría volar
sin unas alegres
y alocadas hazañas
fingiendo ser
el eslabón perdido,
que una vez y otra vez
entra en escena.
Puedo inferir
que el mundo pertenece
a un pasado episodio
en mis estelas
y me voy entregando
a engranados lugares,
sin evitar saltar
las más altas murallas
como último tributo
a lo que fuera.
Total: ese es mi sueño
y como sueño aporta
los más proclives actos
que usufructan estrellas.
Esas que infieren siempre
las luchas y comandos
de perdidas fronteras.
Soy, como suelo ser,
ungida en un tan-tan
de un tambor que deambula
mis noches y quimeras.
Sugiriendo a la víspera
del siempre, desde el nunca,
volver a antiguos ecos
en mi perdida playa,
con su ganada estela…