El río crece,
crece y crece,
amenazando la orilla.
Los patos juegan
a irse
sin pedalear
en las olas
tan rápido
como van
trepando ola
tras ola.
Sus alas
impunemente
juegan sin mover
el cuerpo.
Es un tobogán de aguas
y ellos felices flotando,
se llegan hasta la acera
más allá de las compuertas
rellenitas de agua clara
en los bajos.
Va saliendo el sol,
de lejos,
apura nubes nadando
en aguas ya casi oscuras
de tanto seguir rodando.
Los patos felices juegan
en los pozos
que, en la acera,
construyó el río,
entretanto,
estirando sus riberas.