Porque tu voz dormida
no se enciende,
para darle a mi voz
su tono grave
y decirme los versos
que más sientes;
mientras disciplinada escribo,
en el alarde
de encontrarme contigo
cualquier tarde
y decirte los versos
que te he escrito.
Porque tu voz dormida
no se anuncia
imponiéndose hoy
con las denuncias
que tanto mortifican
a tu esencia,
sabiendo que tu hacer
será clemencia
para mi sin hacer,
que nada logra,
pues prefiere escucharte
a ti, con tantas luchas
llevando mis conquistas
a las sombras.
Porque tu voz dormida
no sostiene
ese contraste vivido
de ideas,
con mi dejar hacer
que hilvana siempre
ese dejar el hoy
para mañana,
porque no enciende
en mi tu llamarada
dando calor al verso
que presiente
la fuerza de tu voz
en mi asonada.
Porque tu voz se oculta
de la mía,
siempre estando tu voz
tras de la mía,
midiéndose en mi espera,
en mi porfía
sin pedir más de mi,
ni más alarde
que, anunciando en tu voz
algunas frases,
me gane tus victorias
sin ser mías.