¿Por qué nos da
por complicarlo todo,
colocar nombres supuestos
a supuestos designios?
¿Clamar al Dios y al Niño
con nuestro propio abismo,
o nuestra propia herida,
o nuestra propia sangre?
¿Diluir los sonidos
que son sonidos nuestros,
espantan los fantasmas
que llevamos por dentro,
hacer simple catarsis
de mañanas y auroras
que no nos pertenecen?
Analizar entonces,
y soñar hasta cuandos.
Herir sin ser heridos
y sin ningun preambulo.
Herir cuando la herida
es sangre sin retorno.
¿Por qué nos da
de pronto
por morirnos del todo,
si el recuerdo es perpetuo,
y el amor llama siempre
y es más fuerte que el odio?
Esas puertas abiertas,
siempre esperan abrazos
sin olvidar posibles,
con ganas de gustarnos,
seguiremos el rumbo
que dirijan los astros.
Hasta que el mundo sea
una sola bandera
para ondear en los patios
de los siempre posibles
acuerdos que firmamos.
¿Por qué entonces nos da
por complicarlo todo
si el mundo es sólo un plato
y allí cabemos todos?