Por cada hora, una línea
donde escriba despacio
contando cuántos años
debo seguir andando.
Cuando se ruega al alma
a esperar lo deseado,
ya mi musa camina
por caminos negados.
Y mi esperanza fluye
con el canto que aguardo
dirigiendo las notas
del himno imaginado.
Para las tantas lunas
que cruzan mis espacios
o las tantas auroras
que siempre se han negado.
Cada hora perdida
de los viejos adagios
en pensar que logramos
sueños imaginarios.
Mientras, sigo en el mismo
vivir de la esperanza:
soñando que soñamos
a través del espejo
tomando las distancias
que narran en las páginas,
lo que nunca pudimos,
a pesar de las ansias…