Ecos

Duele la sal de tus aguas en la herida que me abraza. Duele tu hondo silencio cuando te tengo a mis anchas.   Me duele verte perdido entre furtivos anhelos entorpeciendo mis horas para agravar

Las horas vienen, deambulan por la casa dejándome enquistado su tiempo de domingo. Se arriman al espejo midiéndose las cuotas que el reloj les regala en los segundos. Se van y vuelven, sin hacer más

Yo tengo un sueño ínfimo navegando en tu espuma donde mis aguas buscan sin cesar el remanso.   Un veguero que marcha hacia sus propias lunas descubriendo el adagio de todos los ocasos.   Una

Para mí, que ahora vuelvo de mi andar tan cansino, no deteriora el tiempo su mensaje de siglos. Sigo midiendo pasos, cantando, y al unísono, me encuentro con el canto y el camino. Entonces mi

Alguna vez quisiera no ser para no ver. Alguna vez quisiera no estar para no sentir. Alguna vez desearía no partir, para no regresar del mismo viaje. Alguna vez, pidiera, si pudiera, el soñar y

Ahora, hasta el río sabe de las cosas mundanas. Unos días tranquilo como un espejo grande mirando como pasan los árboles, las casas, el paisaje completo como un dia de gracia.   Ahora, hasta el

Pudiera ser, pero no soy, ajena a tu plegaria y a la mía sigo siempre imbuida del viejo antagonismo que sentía. Y no se que esperar ni devolver a cambio de la nada que entregó.

Ensombreciendo luces en el agua van cruzando las nubes vespertinas y una que otra estrella resplandece en los amplios diseños de sus faldas. Transparentes, ligeras, asumiendo, ceñirse al otro grupo, que, antepuesto va cubriendo el

Diletante como soy, aturdida como siempre, escapando de mis razones, existo. Pérdida siempre y hurgando los caminos que desdibujan de mi la propia fe de no encontrarme nunca, sobrevivo. De acertar, inequívocamente estaré equivocada, de

Clarita hoy se me brindó la luna alumbrando un destino a mi propia porfía. Con estrellas y nubes, largas gasas caminos infinitos y sueño en la vigilia.   Es que la luna tiene, entre muchas

Por el camino, cercano a nuestro rio, un perro magro y triste me saluda, rozando con la suya mi osamenta. Me mira de reojo con su mirada triste. La mia, triste también, le envía mis

Faz cubierta,velada. Ojos que miran asimilando todo: contornos, visiones extranjeras, extranjeras costumbres, realidades ocultas y realidades públicas, certeramente diarias. Ojos huidizos que no retienen el contacto, ojos que vagan con su tibieza arcaica, mente que

No sé, Yo no pude ver nada. Solo el presentimiento de un aluvión de aguas abriéndose en los cauces de la tierra mojada. Tornándose en oscura piel de engendrar los miedos. Ubres abiertas siempre derramando

En un sueño muy largo mis ramajes se extienden, taciturnos. Pasan por entre muebles, zapatos, ropa, libros, se alzan sobre la mesa, incautando los pocos caramelos que quedan. Adivinando apenas por su olor, su sabor

Lucha de voces Que llenan mi conciencia, imbricada de cantos y lugares, marisma altiva con hedor de peces y luces tropicales. Todo está aquí, conmigo, en mi macuto de encerrar las estrellas estivales, para aplacar