Podría irme de ti, sin avisarte,
podría irme de mi, sin compartirme,
podría ceder a todo, y sin embargo
conservarme,
nítida, impoluta y volátil, en mi calma.
Sin esos desafueros que pretendes
al endilgarme a mi el temor y la querella;
puedes volar sin mi,
hasta las huellas
de todos los ocasos que te esperan.
Podría yo mirar, día tras día
la efímera mortaja de mi aliento
y no perderme más,
más que en el lienzo
de lo no comenzado todavía.
Redimirme ante un clamor con la porfía
de no pertenecerte, sin pertenecerme.
Irme de ti temblando, pero firme,
irme de mi muriendo pensativa.
Que añoro más mirarte de soslayo
que clavando pupilas
en las tuyas abiertas;
porque en lo momentáneo
me siento resurrecta,
tanto como en lo permanente
estoy cautiva.
Podría darte mi adiós, sin más palabras
que las quejas virtuales presumidas.
Podría irme de ti, sin más partida
que entrecerrar mis ojos para siempre.
Podría un no mirarte sin mirarme,
clavándote en mis ojos de por vida…