Poderosos motivos
me han unido a tu abrazo:
busqueda del calor
que se nos niega,
la incesante agonía
con que suele azotar
la soledad,
tal vez temor a fracasar
o hacerme daño.
Yo me cole a tu espalda
pensando en lo liviano
de una dura tarea
entre dos concertada
¡y ya ves!
¡no fue nada!
sigo en mi soledad
como enquistada
y la dura tarea
me ha vencido.
En cuanto a aquel calor;
se nos ha ido
!y me mata el hastío
de encontrarlo!