Poco a poco llegamos
hasta nuestra morada
poniendo las clavijas
a la puerta de entrada,
tomando el nuevo mundo
que se nos entregaba.
Cantamos muy bajito
para que no se oyeran
las penas que llevamos,
atadas de antemano
con miedos que aprendimos
hurgando en el pasado.
Como quien va contando
las cuentas de un rosario,
colmados de memorias
y sueños que soñamos,
uno por uno dimos
las fuerzas y los años.
Poco a poco pisamos
la tierra prometida.
la vestimos de intentos,
la pintamos clarísima
con un sol que vislumbra
las mejores promesas.
Fue así que disfrutamos:
esa brisa que canta,
esa playa tranquila,
los sueños que soñamos
conquistando las olas
de nuestra mar altiva.
Fue así como aprendimos
hacer de nuestros sueños:
¡verdades prometidas!
Esas que nunca mueren,
eses que siempre surgen
con la misma consigna.