Piel durazno,
piel dulce,
piel de la piel
unida y generosa
encendiéndose,
desplegándose,
uniéndose, regándome
en el mar de caricias
de la noche.
La larga y esperada
luna rosa
atrae las estrellas,
brillantes, generosas,
y van cruzando el cielo,
y los remanso
en que la espera enciende
sus glamores;
en un cerrar y abrir
los velos de la vía,
que, como siempre andariega,
se repliega
en un altisonante nube,
desplegando,
una y otra vez
su mar celeste,
perdido entre el zodíaco
y los cuentos de siempre.