Pido perdón al libro
de letras redondeadas,
con esos versos delgados
y tanto espacio abierto.
Coloco yo mis letras,
enseño yo, mis retos,
devoro incertidumbres,
escribo diluyendo
los espacios que envuelven
tanta rima en los versos.
Escribo en cada página;
eufórico denuesto,
sintiendo, al mismo tiempo,
humildad y respeto.
Le atribuyo a mi musa
sin permiso y sin tiempo
el querer unir letras
a otras letras y vuelos.
Pido perdón, Poeta,
pero sigo escribiendo:
Solo estaba su libro
cuando intuí mis versos…
y una página libre
es como un verso nuevo…