Te perdí y me perdiste
deslindando querellas
hablándome de culpas
rebuscando en las huellas
de los quehaceres locos
atados a una estrella.
Y la estrella, que erguida
iba escurriendo vueltas
marchándose sin rumbo
hasta las horas ciertas
se miró trasnochando
la esperanza desierta.
Ahora que sin remedio
equivocamos rumbos
tú te vas con las sombras
de tus propios infundios
y yo me quedo muda,
abrazando mi mundo.
Tú persiguiendo tu viaje,
sin obviar el destino.
Yo siguiendo en lo mismo:
cantares, sueños y delirios,
musas confusas
y parajes que son míos,
a pesar de ser tuyos.