Pasa el río
y no vuelve
de regreso
a su nido.
Pasa,
buscando espacios
que no
se le han perdido.
Pasa buscando
encuentros
cuando la luna llena
encrispa con su magia
las olitas pequeñas
que juegan a fugarse
y jugar en la arena.
Pasa el río
y no sabe
de mis cuitas anejas,
a pesar de los años,
pasados, que ya lleva
escuchando en el aire
retazos de mis penas…